viernes, 14 de noviembre de 2008
Drakar #3
Allí estaba yo, agazapado entre unas cajas en un pequeño almacén de un puerto de carga intentando robar una de aquellas motos voladoras tan rápidas. Había tenido que arrastrarme por media ciudad pero finalmente había llegado.
El problema era que aquello era parte del “protectorado” de Jack of Guns y había suficientes guardias ansiosos por saludarme y darme una palmadita en la espalda por mi buen trabajo. No pude evitar reírme por dentro. La situación era cuanto menos emocionante. Si salía de aquella no sabría que hacer con mi vida después ¿estaría volviéndome loco?
Saqué el rifle de francotirador encomendándole mi alma y mi vida por completo como pocas veces había hecho hasta el momento apunté a una de las bisagras de una caja de patatas que colgaba de una pequeña grúa.
Cuando disparé no tuve tiempo de mirar alrededor. Me colgué el rifle en el hombro, agarré con fuerza la guitarra cagándome mentalmente por llevarla en aquella situación y olvidándome de la bolsa de deportes donde solía esconder el rifle eché a correr hacia las motos.
Sólo cuando pude arrancar el vehiculo me preocupé por lo que me rodeaba. Y me preocupé mucho, de hecho. Aún no había salido del almacén y ya había dos guardias montados en otro vehiculo gritando entre maldiciones cosas como “¡Es él! El jefe tenía razón, ha venido a robarle” Mierda ¿tan predecible era? Siempre había creído que era todo lo contrario, repentino e impredecible ¿alguien podía haberse imaginado que iba a disparar así a la capitana aquella?
Me dirigí hacia donde encontré el camino más facil tan rápido como la moto me permitía. El vehículo que los guardias habían cogido parecía hecho para cruzar todo tipo de terreno sin reducir la velocidad, que no era poca, y en un paisaje tan rocoso y con tantos desfiladeros como el que atravesabamos aquella máquina lucía espectacular. La persecución habría acabado bastante mal de no ser porque encontré un revolver en la moto que si bien no ayudó a quitarme de en medio a mis perseguidores si funcionó por lo menos haciendo que se tuvieran que cubrir y no dispararan todo el tiempo.
La carrera parecía ser eterna. En más de una ocasión estube a punto de chocarme contra alguno de los multiples obstáculos que me encontraba en el camino. Al cabo de un rato la velocidad me estaba congelando las manos y no era capaz de disparar bien. Maldije por haberme olvidado los guantes y de nuevo cuando uno de los disparos rozó peligrosamente la guitarra. Por un momento pensé en volverme por la rabia, pero en apenas una milésima de segundo decidí que la pobre guitarra iba a sufrir mucho si a mí me pasaba algo.
El problema fue que por culpa de estar mirando hacia atrás me topé de bruces con la tripulación de una nave que había escondida detras de unas enormes rocas y que resultó ser la de la mujer que me había “prestado sin su consentimiento” el arma con la que maté a la capitana aquella.
Disparó a la moto y salí volando, dándome un golpe que me dejó atontado unos segundos.
Los tipos que me perseguían no tardaron mucho en cantarlo todo sobre Jack of Guns. Supongo que la adrenalina del momento al verse frente a la capitana loca esa les había hecho olvidar lo que les esperaba en cuanto volvieran.
Cuando preguntó si era buen tirador se me hinchó el pecho. ¡Los tipos de Jack of Guns habían dicho que sí! Estuve a punto de pedirles que lo repitieran ante una cámara, pero pensé que aquel no era un buen momento.
Poco después me arrastraban dentro de la nave y me metían en una habitación como si fuera un saco de patatas. Estaba en una nave como algo parecido a tripulante –encerrado, sin armas y magullado por todas partes, pero al menos estaba en una nave-.
-Bienvenido a la Diosa Friki –había dicho mientras cerraba la puerta.
Me quedé unos segundos en silencio. Estaba algo mareado. Me habían vapuleado de la peor de las maneras, humillado y encima me habían quitado la guitarra “Ya no se engaña a nadie escondiendo armas en las fundas de guitarra” me habían dicho. ¿Engañar? joder, que es una guitarra de verdad.
Me tumbé en el suelo mirando al techo en el mismo sitio en el que había caído y empecé a reír. Si ayer me hubieran dado mil cosas que podrían suceder para que las numerara por orden de probabilidad ésta habría sido la última. Definitivamente me estaba volviendo loco.
-¿Se puede saber qué haces? –una voz me sacó de mis pensamientos. Me senté en el suelo y vi a Lender apoyado en la puerta-. ¿Te apalean y te parece gracioso?
Solté otra leve carcajada.
-Ha sido un día raro –respondí-. Estaba recordando que perdí la apuesta.
-¿Qué apuesta?
-La de esta mañana con la señora que regenta el bar –respondí-. Había apostado con ella que no iba a matar a alguien en público, tendría que huir de mi jefe y en mitad de la persecución iban a interponerse unos tipos con una nave de tiempos de maricastaña que me ayudarían mientras me apalean y me amenazarían mientras me dan la bienvenida.
sábado, 25 de octubre de 2008
Elfangor #4
"¿A quién coño habrá matado esta vez la loca esa?", pensé. Dejé la escoba a un lado, y me apresuré hacia la zona de carga. Desde las pasarelas superiores vi como Mei subía a toda leche por la rampa y empezaba a gritar. Detrás de ella pude ver dos cuerpos tirados por el suelo, uno de ellos sobre un charco de sangre.
Mei ordenó levantar el vuelo, a pesar de las quejas de Tam. Cuando la capi dijo que los de la Alianza llegarían en nada, se terminaron las quejas. Lender a la cabina, Tam intentando que el motor no reventara, y Mei y yo intentando no rompernos la cabeza con los vaivenes de la nave.
Al fin, la nave aterrizó. Mei subió corriendo.
- ¿Pero qué coño ha pasado?
- ¡Al puente de mando! ¡Ahora!
Una vez allí, pidió informes de todos. Lender y Tam dieron los suyos, y entonces me miró a mí. ¿Qué informe podía dar yo? No es como si hubiera tenido tiempo de limpiar o algo. Y ahora seguramente estaría todo peor.
- Em... ¿Todo es una auténtica pocilga?
-Pues limpia- me ordenó. Su puta mad...
Tam se fue con una lanzadera a buscar quien sabe que pieza, mientras Lender nos contaba cosas que no me interesaban pero eran mejor que limpiar.
Pero al final Mei se cansó de eso y me mandó de nuevo a la sala común a ordenarlo todo. Dita sea. Me volví a poner los auriculares. Tras varias horas y un combate contra algo que no debería existir en este mundo, lo cual hizo a partir de entonces, conseguí que la sala común fuera un lugar habitable. Y si a Mei le parecía mal, que lo limpiara ella. Yo quería prepararme una habitación, o a saber en que condiciones dormiría.
Lender se había cogido la más cercana al puente de mando, saliendo a la derecha. Mei, por su parte, la segunda a la izquierda, que parecía ser la más grande(no, si tonta no era, la jodia). Me miré la primera a la izquierda, pero era muy estrecha. La segunda a la derecha, en cambio, también era muy grande, así que decidí pillarme esa, y al que le molestara que se jodiera un rato.
Cuando llegó Tam, fui para allá. Estaba bastante aburrido, y pensé que igual diría algo interesante. Estaba saliendo de mi camarote, cuando Lender pasó corriendo a mi lado.
- Ey, quédate vigilando los controles un rato, que yo voy a ver que novedades hay- y desapareció por las escaleras. Será posible...
En fin, me senté ante el cuadro de mandos, y me miré un poco los indicadores. Durante un rato, no pasó nada. Pero, a medio bostezo, los radares parpadearon.
- Aiya!- exclamé, y cogí el transmisor del altavoz- ¡¡Mei!! ¡¡Compañía!!- Vinieron corriendo, y le dejé el puesto a Lender, que dominaba más. Cuando Mei vio quien venía, nos ordenó coger armas y salir fuera.
Entré en mi camarote de nuevo, rompiéndome casi la cabeza con las prisas, recogí mi pistola, y me dispuse a reunirme con los demás.
Mei derribó al de la moto, que resultó ser el que había visto esa mañana en el puerto(es que si no estaba tirado en el suelo agarrándose la cara no le reconocía). Hicimos que los dos que le perseguían soltaran sus armas y Mei comenzó a interrogarles. Cuando uno de ellos le soltó insinuaciones, le pegó un tiro. Me hice la nota mental de no insinuarme a la capitana. No cuando fuera armada, al menos. Un poco de dolor más, y los matones cantaron de plano. No estaban acostumbrados a la resistencia y al dolor, supongo. Más a inflingirlo que a sufrirlo.
Resultó que el pavo del suelo la había cagado a base de bien, y querían apiolarlo. Bueno, pues vale, ¿a nosotros qué? Cual no fue nuestra sorpresa cuando Mei acogió al chico bajo su protección. Despidió a los matones, y se acercó al chaval, que parecía aliviado, hasta que Mei le pateó. Ah, bien, eso ya era más normal. Sólo hacía un día que la conociamos, pero ya nos habiamos dado cuenta que "Mei" y "misericordiosa" no podían ir juntos en la misma frase.
Bueno, teniamos nuevo miembro en la tripulación. Me acerqué a él, lo levanté por un brazo y lo metí en la nave mientras se tambaleaba. Le quitamos todas las armas, ya se las devolveriamos cuando le necesitáramos.
- ¿Qué hacemos con él?- le pregunté a Mei- ¿Le encerramos en alguna habitación, o le hacemos hacer algo?
- ¿Queda algo por limpiar?
- Algo queda.
- Pues mételo en una habitación y luego ponte a limpiar.
- Pero...
- Chst. Hazlo y punto, ¿dong ma?
- Sí- contesté, y añadi por lo bajo-. Chur ni-duh.
- ¿Shuh muh?
- No, nada nada, que ahora le llevo.
Arrastré al chaval hasta la habitación que tenía a mi lado(la tercera a la derecha saliendo del puente de mando), donde le pasé el brazo alrededor del cuello.
- Bueno, parece que te has unido a la tripulación, ¿eh?- le dije, sonriendo afablemente.
- Sí...
- Vamos, tranquilo hombre, que aquí no nos comemos a nadie. Bueno, la capitana es un poco bestia... muy bestia en realidad, pero mientras seas útil, no te pasara nada.
- Bien.
Entonces le cogí del cogote y le susurré.
- Pero intenta jodernos de alguna manera, y te juro que desearás que te hubieran pillado.
Dicho esto, le di una patada en los pies a la vez que le empujaba la cabeza y lo tiré a su camarote. Antes de cerrar la puerta, dije:
- Bienvenido a la Diosa Friki (女神怪胎)
----------------------
dong ma?
"¿entendido?"
Shuh muh?
"¿Cómo dices?"
Chur ni-duh
"Que te jodan"
viernes, 10 de octubre de 2008
Mei #3
La pistola cayó en mis manos, aún caliente por el disparo.
-Esto... ¿sigue en pie la oferta de enrolarme? ¿si quisiera hacerlo supondría mucho problema pedir que salieramos cuanto antes del planeta?
Como contestación le di un puñetazo que lo tiró al suelo de espaldas.
-Como te vuelva a ver cerca de mi nave te dejo como un colador. Imbecil.-Corrí hacia la nave y me puse a gritarle a todo el mundo, a los dos segundos aparecieron tres cabezas por diferentes recodos de la nave- ¡Nos piramos de aquí a la de ya!
-Pero el motor no está a punto, necesito una pieza y…-empezó a replicarme Tam
-¡Baby! Me da igual si no puede salir de la atmosfera, tenemos que movernos y ¡ahora!
¡Dentro de cinco minutos esto será un hervidero de agentes de la Alianza!
Parece que captaron la idea porque se les abrieron mucho los ojos y en un minuto la nave estaba abandonando los muelles. Muchas sacudidas, y muchas turbulencias, me agarré a cualquier cosa que no cediese a tantos trompicones. Las cajas de provisiones que aún no habían sido guardadas y atadas daban tumbos por toda la bodega de carga, a lo que también se unía la mierda escondida que salía como por encantamiento.
No sabría decir si fue un trayecto largo o corto, solo sé que se me hizo eterno y que en un día llevaba más golpes que en toda mi vida de delincuente. Y raro. ¡¿Aquél chaval estaba loco?! Jodido hijo de perra, si alguien me relacionaba con él y cantaba a la Alianza estaría acabada antes de que finalizase el día. No sería el viejo loco del General, sino un chaval alelao.
Cuando aterrizamos fui al puente de mando y los llamé a todos para pedir informe de la situación.
-Vale -empezó Lender-nos hemos alejado bastante, teniendo en cuenta que es una Luna y que la nave está hecha polvo. Y he dejado una señal falsa en otra dirección. Además, no éramos los únicos que salimos por patas del muelle. No sé qué pasó ahí fuera pero al mismo tiempo que nosotros echaban el vuelo una docena de naves partiendo en mil direcciones distintas.
-Mi turno.-le siguió Tam- El motor no estaba tan mal como en un principio ojeé, pero necesita un par de piezas y el estabilizador…que…digámoslo de esta forma: sin esas piezas, la nave tendría una breve, pero sonora y dolorosa explosión al intentar salir de la atmósfera.
-¿Para cuándo las tienes?
-Para última hora de esta noche como muy pronto, de seguro mañana por la mañana.
-Muy bien, las cosas se están poniendo más feas de lo que creía y no podemos quedarnos mucho tiempo en esta luna-suspiré, menudo día de locos. Me volví a Elf-¿Y tu informe?
-Em..-titubeó-¿Todo es una auténtica pocilga?
-Pues limpia. Lender, indícame donde estamos. Tam, pilla un transbordador y vete a conseguir esas piezas, las queremos lo antes posible. Y si puedes, sin levantar sospechas y sin que intenten matarte muchas veces, entérate de lo que ha pasado en el muelle. Me escama.
Tam se marchó mientras Lender nos explicaba a un Elf que se hacía el remolón para no limpiar y a mí la orografía del lugar. Dada nuestra situación entre las colinas si alguna nave se acercaba, aunque fuese una pequeña patrulla de reconocimiento rutinario de La Alianza, nos daríamos cuenta.
La tarde pasó sin muchos más incidentes, lo cual era un gran alivio para el día que llevábamos. Lender andaba mirando el motor mientras Tam hacía negocios en el muelle y Elf mantenía un duelo a muerte con algo verde y viscoso que se escondía en una de las esquinas de la cocina. Por el ojo amoratado de Elf y los gruñidos que emitía la cosa verde, andaba con dudas acerca de quién iba ganando.
Y yo por fin había adecentado algo mi camarote cuando recibí una onda, respuesta a una que envié por la mañana, poco después de conseguir la nave.
La pantalla me mostró a un tipo calvo y grasiento, sudoroso y mellado que se enjuagaba el sudor de su sudorosa frente.
-¡Frank! ¿Cómo está mi mister universo? –saludé. El tipo parpadeó incrédulo.
-¡Niña! ¿Qué ven mis ojos? ¿No has muerto todavía?-preguntó, verdaderamente sorprendido. Tendría que revisar mis amistades.
-Ya ves que no, soy dura de pelar. Quiero uno de tus trabajitos.-Del ataque de risa que le dio casi se ahoga, gordo insufrible.
-Necesitas una nave, los que trabajan para mi necesitan nave y tripulación propia.
-Hecho-y señalé con el pulgar hacia el camarote. Me miró contrariado. –Venga, Frank, sabes que soy buena en lo que hago, es hora de expandir horizontes. ¿Cuándo te he fallado en un trabajo a pie? Ahora podré salir por piernas a mayor velocidad.
-Esto no es como robarle a un mesero que no paga sus plazos, Mei… Te vas a convertir en mercenaria y ni ese General que tienes por padrastro podrá sacarte de los líos en los que te metas-Sonreí angelicalmente omitiendo la información de que ese General mío estaba bien muerto. Frank suspiró-Muy bien, ¿cuándo salís de esa Luna de tercera?
-Como muy tarde por la mañana, pero estoy acelerando trámites.
-Dirigíos a Boros, allí os recibirá un contacto y os dirá lo que tenéis que hacer. –Asentí- Y Mei, espero que hayas elegido bien tripulación, hay mucho sinvergüenza suelto.
-Frank, olvidas que yo soy uno de esos sinvergüenzas-Sonreí al tiempo que cortaba la transmisión.
Tam llegó al atardecer con las piezas que faltaban y cotilleos del muelle.
-Fiiiiiiiiiu-silbó con la cabeza metida en el motor- Lender, pásame la llave inglesa. Bien, la que se ha armado en el muelle capitana. Un chaval se cargó a una Capitana allí en medio, hay que tenerlos cuadraos.
-De eso sí que me enteré, fíjate-comenté con sarcasmo.
-El caso es que era un asesino a sueldo, un tirador de estos contratados. Y le han visto el careto, tst, ni que fuese un aficionado. Su jefe lo está buscando para arrancarle las entrañas y hacerle comer sus propios huevos, eso he oído, y La Alianza también ha dado orden de búsqueda y captura, y han movilizado a media luna.
-¿Y eso? -preguntó Lender- ¿Tanto revuelo por una capitanucha? Sin ofender, capitana. Pero la mayor parte de los que estábamos en los muelles no es que fuésemos muy bien recibidos en La Alianza, ¿qué más les dará un contrabandista más que otro menos?
-Ni idea tio, pero pásame el destornillador.
-¡¡Mei!!-el grito de Elf se oyó por el transmisor.- ¡¡Compañía!!
Salimos de la sala de máquinas y corrimos hacia el puente.
-Dos vehículos pequeños, hacia aquí, los tendremos encima en dos minutos.
-Dame imagen-Lender se sentó en los mandos rápidamente.
-Con la luz que hay no sé si…- puso imagen. Una pequeña moto voladora perseguida por un pequeño vehículo. Ninguno de ellos vestía ropas de la Alianza. Y reconocí al de la moto enseguida.
-Ese bastardo-gruñí entre dientes.-Coged armas, y afuera. Lender, dadnos luz.
Tam, Elf y yo esperamos fuera de la nave.
-Están a punto de pasar esa colina-informó Lender desde la cabina.
Asentí, se oían los disparos cada vez más cerca, los vimos aparecer. El chaval de la moto iba tan preocupado por disparar y mirar a los de atrás que no se percató de nosotros, y cuando lo hizo ya era muy tarde. Disparé a la moto y el chico salió volando por los aires, perdiendo sus armas al caer al suelo. Los matones rieron al ver la escena y pararon el vehículo para disparar desde el suelo cuando Elf y Tam salieron y les rodeamos e hicimos que tirasen las armas.
Con una pistola apuntaba a los matones y con la otra al chaval, que se levantaba mientras escupía sangre y tierra.
-¿Qué es esto?-preguntó un tipo alto, fuerte, enteramente tatuado-¿Quién está al mando?-Elf y Tam me señalaron con la cabeza. El matón soltó una carcajada.- ¿Esta chiquilla? Venga, nena, deja de jugar a policías y ladrones. Esto no te incumbe.
- ¿Quién era la Capitana que se cargó este descerebrado en los muelles?-pregunté. El otro matón, un tipo bajito pero con aire desquiciado rió como una comadreja. Cargué las pistolas.
-Oh, si quieres jugar a ser mala, hazlo en mi cama, pequeña, pero quítate de nuestro camino. –Le disparé en la pierna- ¡Zorra! –gritó mientras se intentaba taponar la herida.
-Contesta-le espeté al grandote. Se le veía cabreado. Le disparé en un brazo. Gritó injurias y maldiciones y cuando le apunté al otro brazo empezó a cantar.
-¡Vale! ¡Vale! Era una zorra de La Alianza. Se estaba haciendo pasar por mercenaria desde hace unos meses. Pero a mi jefe no le dio buena espina y finalmente se enteró de que era una infiltrada de mierda que quería jodernos a todos.
-Y el lilanga este se la cargó por orden de tu jefe…¿Cómo se llama?-pregunté
-Drakar-oí que decía el chavalillo, cargué la pistola que le apuntaba para darle a entender que no le preguntaba a él.
-Jack, le llaman Jack of Guns-respondió el grandote. Asentí, sabía quién era, gracias a dios no era una de sus chicas, no aceptaba chicas en sus filas si no era para la prostitución. Solo aceptaba a chicos para el puesto de matón, francotirador, etc…
-Y este chaval, ¿es buen tirador?- pregunté.
-S..ssi, era uno de los favoritos de Jack, pero hizo una chapuza en los muelles y le reconoc..
-Lo sé, estaba allí-espeté.-Muy bien. Olvidaos del chico, si queréis le decís a Jack que os lo habéis cargado, pero ya no es de su propiedad, ahora es de los míos. Así que ya no tiene porqué preocuparse.
Todos me miraron atónitos, tanto los matones, como Elf y Tam, como el chaval. Bajé mis armas.
-Muy bien, chacha, baby, hay trabajo, nos vamos. Chicos-me dirigí a los matones-un placer conversar con vosotros.- por último me acerqué a Drakar. Que tenía signos de una buena pelea: ojos amoratados, labio cortado, ropa hecha jirones…
-Entonces… ¿me enrolo en-le di una patada en el estómago.
-No te llenaré de plomo, como prometí. Pero haz algo como lo de esta mañana en los muelles y date por muerto. Y yo no enviaré a matones a hacer el trabajo, lo haré yo en persona y te aseguro que en esos momentos querrás que los Reavers vengan a rescatarte-le susurré al oído mientras el frio metal de mis dagas le rozaba la garganta.-Mi tripulación, mis reglas. No lo olvides.
viernes, 12 de septiembre de 2008
Tam #3
Me había caido bien, si.
Lender me indicó por donde ir. Bien, por que nunca habia visto una Firefly por dentro: los museos no eran lo mio.
Cruzamos la sala de estar. Qué de mierda. Elf se quedó ahí, mirando, y yo seguí recto. Guay. Escaleras. Abajo, abajo. Trampilla. Sala de máquinas, al fin.
Oh, dios. Oh, dios. ¿Y eso tenía que volar? ¿Y no explotar? ¿Ese montón de go se? Maldije. Maldije un bueeen rato para mis adentros, desde a Ros hasta el FSM pasando por toda la tripulación. O al menos los cuatro pringados que éramos, tzao gao.
Luego cambie las maldiciones por las ganas de llorar: tiio, habia mucho que limpiar.
Odio limpiar.
Un ratito y mucha basura amontonada después, el sitio estaba bastante decente. Entonces pasé a la parte mecánica, que era igual de guarra, pero más entretenida. Aceite aquí, apretar cosas, revisar gomas, apuntar alguna que habría que cambiar, líquido refrigerante allá, revisar conexiones, ventiladores… un rato y mucha grasa después, y el trasto tenía mejor pinta. Y mis manos mucha peor. Cogí la lista que había hecho, de piezas y algún recambio que iría bien tener, y salí de allí.
Oí gritos en la entrada, y me crucé con un Elf entre cabreado y resignado que empezaba a apaleaba mierda con los cascos puestos.
-Vaya, la chacha , buena falta me hubieras hecho hace un rato.
-Que te den, *Baby*.-se volvió a poner el auricular que se había quitado para oirme y evitó mi colleja por el apodo. La capitana, bueno, ese pringao que no se pasara.
En el camino de bajada a la bahía de carga me encontré con Lender. Intercambiamos un par de insultos mientras nuestros pies resonaban en las metálicas escaleras.
-Hey, capullo.
-Hey. ¿Ya tienes poster de tia en bolas en tu garaje, machote?
-Que te joodan – le enseñé cierto dedo levantado.
-Por favor, todos los mecánicos tienen tías en bolas.
-¿Quieres que cuelgue tus bolas en la pared?
No pude oír la contestación de Lender. En la entrada de la nave, en la calle, sonó un disparo. Una chica se derrumbó con la tapa de los sesos volada, la gente se puso a liar la de dios, y un tío le pasó un puto revólver a nuestra capi y le preguntó algo. Mucha cabeza ladeada y cara de cachorrito, pero en medio de la calle la sangre iba formando un charco, lentamente.
----------------------------------------------------------
Go se: basura, literalmente, mierda de perro
Tzao gao: mierda, joder.
domingo, 7 de septiembre de 2008
Drakar #2
As they fell all around you
Did you hear the music
A serenade from the stars...
La gente de este planeta era lo más rata de la galaxia. Tenía que haberme ido a la puerta de un templo o algoi así porque en los muelles nadie estaba para dar dinero a un tipo con una guitarra sentado al lado de un paquete alargado.
Despues de un rato de música mal pagada me levanté decidido a encontrar algun trabajo por allí.
Me dirigí a donde siempre. En una especie de... ¿quiosco? construido con decenas de cajas apiladas negociaba Jack Luao, o "Jack of Guns" como le llamaban en sus tiempos mozos.
Era un tipo peligroso, intermediario de muchos trabajos y encargos de los cuales muy pocos son legales y ninguno moralmente aceptable. Decían que había sido uno de los mejores asesinos en sus tiempos, pero nadie puede asegurarlo entre otras cosas porque si se pudiera no habría sido tan buen asesino.
No me gustaba tratar con él, pero era él u otro como él y yo había tenido la suerte de caerle más o menos bien a éste. El problema era que no podías rechazar un trabajo si querías seguir viviendo a salvo así que, como siempre, me eché la capucha, agaché la cabeza tapé la guitarra con mi cuerpo de forma que no se viera desde allí y pasé despacio por allí a ver si oía algo esperando que Jack of Guns no se fijara en mí.
-¡Thomas! -gritó con efusividad Jack a un hombre que se acercaba sonriente con un puro del tamaño del cañón de mi rifle-. ¿Cómo está mi tirador favorito? Ven, tengo un trabajo para tí.
Así funcionaba, él te veía y te asignaba algo que no podías rechazar. Mientras trabajaras como él quería le caías bien, si no ya podías correr a esconderte.
No tardó mucho -entre otras cosas porque no había nada que negociar cuando se trabajaba con Jack of Guns- y cuando salió lo hizo con una fotografía que ni se preocupaba por esconder en una mano y la otra oculta bajo su chaqueta. No había duda de que era un trabajo relámpago, sin necesidad de preparación y sin necesidad de huir de la policía en la mayoría de las situaciones, porque estaban sospechosamente lejos del lugar del asesinato y sospechosamente ocupados con alguna tontería. No estaban mal ya que no traía muchas complicaciones, pero el pago era ridículo.
-¡Drakar! ¿Cómo está mi tirador favorito? Ven, tengo un trabajo para tí -me había visto. Tenía que coger el trabajo.
Al cabo de un rato estaba en un tejado con una Firefly en la mirilla. Estaba como correspondía a una nave con sus años, vieja. Y al cabo de otro rato podría reconocer a todos los miembros de la tripulación en cualquier multitud, pero faltaba mi objetivo... la capitana.
Había dos hombres y dos mujeres, pero la capitana no estaba ¿o sí?
Decidí bajar a asegurarme y me acerqué a la nave. Lo que ví despejó mis dudas.
-¿¡Por qué no has hecho nada de lo que te dije!? -gritaba una de las mujeres al tipo que descansaba fuera.
-No me has dicho que hiciera nada. Sólo que fuera y lo sabría. Y supe que quería alejarme de ese montón de luh-suh -respondió él.
-¡Tenías que limpiar!
-¡Ah! Entiendo. Verás, Mei, cuando yo veo suciedad, no pienso automaticamente en pasar la fregona. No lo llevo en los genes, no soy una mujer.
-¡Aaaaargh! ¡Tah mah duh hwoon dahn! -gritó la que se llamaba Mei mientras el tipo corría dentro y ella le seguía.
¿Ella era la capitana? No podía ser... había tirado la foto pero la recordaba y se parecía tanto como un huevo a una castaña ¿entonces? ¿estaría mal la información?
Ella salió de nuevo con el revolver en la mano, como queriendo matar a alguien. Aun así me acerqué.
-Perdona ¿eres tú la capitana de esta nave?
-Sí ¿por qué? ¿Te supone algún problema? -era evidente que estaba enfadada-. ¿Acaso quieres subir a bordo? ¿enrolarte a la tripulación?
Vaya chica... ¿iría preguntando por ahí a todo el que pasaba si quería enrolarse?
-No, era solo...
-Perdón -me dijo una mujer que chocó conmigo.
-No se preocu... -me dí la vuelta como una exalación. Era ella... allí estaba mi objetivo... y estaba hablando con alguien sobre partir ya. ¿Había otra Firefly en el planeta y no la había visto?
Tendría que haber pensado antes de actuar pero no lo hice. Sólo sabía que si esa mujer salía del planeta, Jack me iba a matar.
Le cogí el revolver a la capitana de la firefly y disparé así, en mitad de la calle y delante de todo el mundo. Justo como NUNCA debe hacer un francotirador.
La gente empezó a gritar y a correr sin control cuando el cadaver cayó al suelo y yo le devolví el revolver a Mei como si estubiera maldito. Creo que aún no se había puesto a gritar por haberle quitado su revolver en la cara porque aún no se creía lo que acababa de suceder. Bien, ya eramos dos.
-Esto... ¿sigue en pie la oferta de enrolarme? ¿si quisiera hacerlo supondría mucho problema pedir que salieramos cuanto antes del planeta?
miércoles, 3 de septiembre de 2008
Elfangor #3
Mei me mandó a la sala común y la cocina. Según ella, cuando llegará sabría que hacer. Seguí a Lender y Tam mientras se dirigían a cumplir sin rechistar las órdenes de la persona a la que acababan de conocer(había que reconocer que Mei imponía). Subimos desde la zona de carga al "piso" de arriba, y me dirigí a la cocina-comedor. Cuando llegué, supe que hacer.
Di media vuelta y me fui a dar un paseo.
Salí de la nave. Tenía algo de hambre, pero no pensaba acercarme a la loca esa para pedirle si había comprado provisiones, y no pensaba comer nada de lo que pudiera haber en la cocina. Seguramente había civilizaciones gestándose entre la basura. Tenía algo suelto, serviría para comer alguna bazofia barata.
Estaba yo tan tranquilo paseando, cuando alguien me pasó el brazo alrededor de los hombros.
- Hombre Elfangor, ¿qué tal?
No le conocía. Por su forma de agarrarme, su sonrisa, tan amistosa como la de un tiburón, y el hecho de que se abrió la casaca lo justo para mostrar una pistola, me indicaron que no quería nada bueno. Tzao gao, me habían vuelto a pillar.
Me medio arrastró hasta un callejón solitario, donde dejó de intentar finjir amabilidad y empezó a mostrar agresividad, lo cual se le daba mucho mejor.
Me agarró del cuello de la camisa y me acercó a su cara.
- No sólo quieres huir, sino que encima te cargas a los mensajes del señor Kakuzu. El señor Kakuzu no está muy contento.
- Las noticias vuelan, ¿eh?
- El señor Kakuzu quiere que sepas...
- ¿Te importaría dejar de repetir eso de "señor Kakuzu"? Te hace parecer idiota.
- Se te acabó la suerte, chaval.
Me tiró al suelo, aunque por esa vez me libré de recibir otro puñetazo. Se llevó la mano al cinturón.
Se puso blanco de repente, y miró hacia abajo. Luego se giró, buscando algo por el suelo.
Supongo que oyó el "clic", porque levanto la cabeza.
Pero no llegó a girarse.
Se oyó un breve estallido, y su cara reventó hacia afuera, llenando de sangre y trocitos de hueso y diente el callejón.
Cayó como el peso muerto que era.
- Si tienes que matar a alguien, hazlo y punto- dije, acercándome a él y dándole un puntapie en la pierna-. Aunque eso ya te da igual.
Le puse el seguro al arma y me la metí en el cinturón. Luego le quité la casaca al cadáver y me la puse. No llevaba nada en los bolsillos de los pantalones, así que lo escondí tras unas cajas y me fui.
Por el camino, registré la casaca. Bien, llevaba bastante dinero en metálico, me serviría. Cigarrillos... Mmm, quizá pudiera venderlos. También llevaba una petaca. Limpié la boquilla y eché un trago. Vodka. No me entusiasmó, pero era gratis.
Volví a la nave y me apoyé en unas cajas que había por allí. Al rato apareció Mei, hecha un basilisco.
- ¿¡Por qué no has hecho nada de lo que te dije!?- gritó. Empezaba a pensar que no es que gritara, sino que ese era su tono de voz habitual. No sé como sus propios tímpanos lo resistían.
- No me has dicho que hiciera nada. Sólo que fuera y lo sabría. Y supe que quería alejarme de ese montón de luh-suh.
- ¡Tenías que limpiar!
- ¡Ah! Entiendo. Verás, Mei, cuando yo veo suciedad, no pienso automaticamente en pasar la fregona. No lo llevo en los genes, no soy una mujer.
- ¡Aaaaargh! ¡Tah mah duh hwoon dahn!- casi pude ver como se le hinchaba una vena en la frente mientras echaba mano al revolver.
Salí corriendo en dirección a la nave, gritando: - ¡No me dispares que le darás a la nave! ¡Ya voy, ya voy!
Volví de nuevo a la cocina-comedor. Run-tse duh fwotzoo, como se parecía a la casa de mis padres. Al menos, antes de que le pegara fuego, claro. Lo cual me dio una idea. Saqué un mechero y lo encendí.
- Sea lo que sea lo que piensas, no, ¿dong-ma?- dijo Mei detrás de mi.
- ¿Me has seguido? ¿No te fías de mí?- contesté, con una sonrisa tan inocente como pude poner.
- Me fiaría más de una culebra.
- Ouch- cogí una escoba y empecé a amontonar mierda. Viendo que seguía sus órdenes, y supongo que aburrida por no darle más motivos para poner a prueba sus cuerdas vocales, se fue, musitando un "hwoon dahn" antes de desaparecer, quizá a gritarles a los demás.
Libre de la tirana, me saqué un aparatito del bolsillo, le conecté unos auriculares y me los puse. Ah, mucho mejor. Limpiar no se hacía tan duro con música.
You can't take the sky from me...
--------------------------------------------------
Tzao gao -> Mierda. Joder.
luh-suh -> basura
Tah mah duh hwoon dahn -> Algo muy fuerte referente a ser hijo de mujeres de mala reputación. No acompañantes, por supuesto.
Run-tse duh fwotzoo -> Buda misericordioso.
dong ma -> entendido
hwoon dahn -> imbécil
lunes, 1 de septiembre de 2008
Lender #3
Sali por patas, esa tia estaba realmente loca, pero tenia que salir del planeta asi que no tenia otra opccion al menos por el momento.
Atravese la bodega de carga, la cual estaba bastante sucia y en mal estado lo cual no me hizo nada de gracia porque no vi cerca a nadie de un servicio de limpieza y suponia como iba a terminar la cosa.
Tam iba unos pasos por detras de mi con Elf, llegamos a una bifurcacion y me detuve.
- Firefly Generica, casi sin añadidos, siguiendo este camino llegaras a la sala de motores Tam -dije echandole un cable, asintio y fue hacia alli, yo segui caminando hacia mi destino.
Elf no se donde se meteria pero para cuando llegue a la habitacion libre mas cercana al puesto de navegacion ya no estaba conmigo, deje las cosas encima de una mesa que habia, abri la mochila y saque un pequeño libro de color negro. Mientras salia de la habitacion lo abri y gracias a los marcadores encontre rapidamente mi objetivo: Firefly Generica.
Datos tomando por mi la ultima vez que pilote una de estas, me gusta ser minucioso por si acaso. Entre en el puesto de control y vi que habia varias luces fundidas, algunos controles no estaban donde deberian y otros habian sido repardos por piezas que ni de coña eran de una Firefly ni de ningun moledo equivalente. Solte una maldicion en chino y me sente en el puesto de mando. Toque un par de botones, comprobe que estabamos sin combustible, escasamente podriamos volar una hora, y eso sin salir del planeta.
Cogi un trago menos mugriento que el resto y limpie los paneles cercanos. Deje encima de la mesa mi libreta negra y me puse a revisar el resto de paneles, circuitos y demas, comprobando que todo estaba en orden, que los sensores gravitacionales y demas estaban en un no muy jodido estado, pasaron un par de horas hasta que tuve todo listo.
Porfin pude meter la mano en mi entrepierna, pero no buscaba mi aparato, sino un bolsillo interior del que extraje un pendrive diminuto y lo conecte al ordenador central de la firefly.
Empece a descargar la informacion que tenia, sobreescribiendo los datos que tenia y metiendo nuevos, decenas y decenas de mapas y de "carreteras" estelares empezaron a apaerecer en la pantalla, todas ellas libres de la Alianza asi como informacion de todos los planetas en los que habia estado, cuando termine habia pasado otra hora, recogi el pen y lo guarde de nuevo en su sitio.
- Bien, con esto bastara, mañana comentare a la Capitana Loca sobre modifica el Firmware de esta nave -murmure levantandome de alli y yendo hacia el muelle de carga para ver si habia algo mas que hacer.
viernes, 29 de agosto de 2008
Mei #2
¿Cómo decir esto sin que suene muy de psicópata?
Ah, sí…
¡Lo mato! ¡Juro que mataré a ese tio! ¡He matado a tios por menos de eso! ¡Lo descuartizaré y me buscaré otro piloto!
Sí, eso haré, genial, fácil y simple.
-Señorita, le digo que solo puedo rebajárselo 50 créditos-me dijo por enésima vez el comerciante que tenía delante. Provisiones, le había fundido casi todos los créditos al malaje aquel para la nave y así había gastado de mi fondo. Soy la caña. Volví a mirar al vendedor.
-Le digo que-cogí un paquete-por esto no le pago esa cantidad ni de coña. ¿Piensa engañarme a mí? No es de primera calidad, ni siquiera de segunda. Así que le pago 100 créditos por toda esa caja y ya se puede estar dando con un canto en los dientes.
Estuve regateando y amenazando en algunos sitios más, y volví a la nave cargada de cosas. No quería estar mucho tiempo enseñando la cara por allí, que una luna no es muy grande y las noticias vuelan. Y si son de La Alianza…más.
La cocina, si eso podía llamarse así, estaba hecha un asco, y la estancia común (“zona de descanso”) parecía haber sido utilizada como vertedero para las ratas…o los Reavers…no estoy muy segura. La parte de máquinas, del motor y toda la pesca…Bueno, no soy mecánica, pero estoy segura de que necesitaba una puesta apunto… Por dios, si es que había alguno, todo necesitaba un buen fregado. Y un nombre, ante todo, la nave necesitaba un nombre. Aunque ese lo tenía pensado hace tiempo, y como alguien se me quejase…
Me fui al hangar, a poner algo de orden, no pensaba limpiar esa pocilga ni de coña, ya se encargaría algún nuevo. O Elf, si terminaba por no matarlo sacándole las vísceras por los ojos.
Allí estaba yo, pateando cajas y mirando escondites para las futuras mercancías cuando lo oí:
- ¿Quieres que pilote ESO?-no era muy silencioso o muy sensato el que se acercaba-Mira Elf, las Firefly no son malas maquinas, en serio, hasta pilote una un tiempo... ¡Pero ya hace mas de 10 años de eso! ¡Ahora están desfasadas!
Se estaba quejando de MI nave y encima venía con Elf…Los motivos para acabar con ese chico no hacían más que aumentar por momentos.
Entraron al hangar, cada uno con una sonrisa a la cual más grande y más falsa. Una chica que pese a la carita de niña buena, no engañaba a una experta, era un bicho de los buenos, o malos, según a quien le preguntes. El bocazas, no muy alto, y con la cara con el mapa de una pelea reciente. Y Elf…¿por qué le habían pegado antes que yo?
Lo miré como si las miradas pudiesen matar. Se acercó un poco con una sonrisa nerviosa.
-Mei, he traído gente que po…-puñetazo en toda la cara. Se calló al suelo y le pisé mientras me acercaba a los dos posibles tripulantes.
-Mei, la Capitana de La Diosa-pose que imponía, cara seria…que teatral que soy. Cambié de golpe a una sonrisa angelical-Bien, ¿qué sabéis hacer? Tu, Bocazas, dime.
-Piloto-contesto mientras se pensaba si tenía que molestarse porque le había dicho “bocazas” o ya llevaba suficientes puñetazos en la cara por ese día. Optó por lo segundo. Lo captaba rápido. Me giré a la chica:
-Baby, dime. –Se le borró la sonrisa de la cara, pero la volvió a poner a una mirada mía.
-Mecánica, relaciones públicas…-Iba a seguir con el curriculum, pero la corté con un movimiento de la mano.
-¿Buena mecánica?-no la dejé contestar-Bueno, siempre puedo sustituirte en el próximo planeta… Muy bien, ordenes: Baby, revisa el motor, que no estallemos en mitad de la nada. Te aseguro que tienes trabajo que hacer. Bocazas, ayuda a poner La Diosa apunto. Elf-saludó con la mano que no se estaba tapando la nariz para evitar que más sangre le empapase la cara-a la cocina y a la sala común, sabrás que hay que hacer en cuanto llegues.
Empezaron a moverse dubitativos:
-Chicos, no quiero dormir en esta luna hoy, así que ¡MOVEOS!-corrieron como almas que lleva el diablo mientras refunfuñaban.
Salí de la nave, me dirigí al puesto de combustible más cercano cuando choqué con un chaval que miraba medio absorto la Firefly mientras tarareaba.
-¿Puedo ayudarte en algo?
Drakar #1
Ahí estaba yo, cantando con voz de borracho enfundado en una túnica raida sentado sobre la caja donde se escondía la funda de mi guitarra y mi rifle de francotirador -que evidentemente en la situación en la que me encontraba no me sería muy util.
Más util me sería mi vieja Remington, si no fuera porque la última bala la gasté siendo niño y no espero encontrar más si no es en un museo. Así que permanecía guardada, en un rincón de la funda de guitarra, junto a la única bala que tenía pero que no me atrevía a utilizar por haber sido de mi creación a partir de una bala de mayor calibre resultando una chapuza que podía salir por la culata más facilmente que por el cañón.
Los guardias pasaban y yo cantaba. Y ellos no me prestaban atención, por suerte.
Me estaban buscando por mi último trabajo. Jeje, había sido espectacular...
-Sí, le han matado -los guardias pasaban a mi lado sin percatarse de mi presencia-. Alguien ha disparado al canario de Lord Welling.
Bueno... quizás no había sido un trabajo muy espectacular, pero algo hay que comer y cuando no hay otros trabajos disponibles se hace lo que se puede. Aunque el disparo... eso sí había sido magnifico. No es tan facil acertar a un canario del tamaño de una pelota de pinpon.
-Lo han destrozado, no hay más que plumas -comentaban los guardias, que evidentemente me daban ya por huido-. Ha tenido que ser un bestia. Es una animalada, hasta ha destrozado la jaula.
Vale, puede que hubiera usado demasiado calibre, pero para matar aquella insignificancia sin destrozarla habría tenido que usar un tirachinas.
-Buenas tardes -dije cuando entré en la posada.
-Nos debes... -no le dejé terminar. Puse sobre la mesa una bolsa con dinero y subí las escaleras hacia mi habitación.
El pago por el "trabajito" no había sido mas que una minucia -casi era más cara la bala que había tenido que gastar-, pero por lo menos me mantenía en el ajo. Ganaba más dinero tocando por la calle o cargando cajas, pero yo seguía al acecho de un trabajo bien pagado. Casi no recordaba el último que había hecho.
Me tumbé en la cama con una cerveza en la mano y mi Remington en la otra. Jugaba con ella habitualmente. De hecho, era lo único que hacía con ella, pero me distraía, me relajaba y me ayudaba a pensar.
Tenía que salir del planeta. Si conseguía ahorrar algo de dinero saldría del planeta. Llevaba mucho tiempo pensandolo pero nunca podía ahorrar suficiente para un pasaje.
-Bueno, Drakar -me dije levantandome-. Si quieres salir de aquí tendrás que ganar algo de dinero y aún no te pagan por estar sentado.
Así que me dirigí hacia los muelles, a ver si encontraba a alguien a quien le saliera dinero por las orejas.
Lender #2
Era una firefly.
- ¿Quieres que pilote ESO? -Inqueri- Mira Elf, las Firefly no son malas maquinas, en serio, hasta pilote una un tiempo... ¡Pero ya hace mas de 10 años de eso! ¡Ahora estan desfasadas!
- Lender, tienes diecinueve años -me dijo Tam.
- ¿Y?
Ella puso los ojos en blanco.
- Mira Lender, no hay opccion, la Capitana queria una Firefly asi que una Firefly tiene, y si ademas ya has pilotado una, pues mejor que mejor, ahora vamos, entrad ya.
Entramos en el hangar de la nave, y en el centro habia una chica.
jueves, 28 de agosto de 2008
Tam #2
-Vaya mierda.-gruñó Lender. Los dos mirábamos el jaleo del muelle desde un rincón, casi al final del mismo, subidos a unas cajas de madera.
-No tenemos pasta ni para ir al otro lado de la puta luna. -suspiré.- ¿Y por que de repente nadie necesita tripulación?
-¿Y yo que se?
-Pues estamos jodidos. O lo estaremos pronto.
Nos callamos un momento, cada uno pensando en su propia desgracia. Nos habíamos ofrecido y preguntado y casi suplicado en mogollón de naves. Lender era un piloto de los buenos, y yo... digamos que me defendía en varios campos. Pero nada.
-Si hasta me he presentado como mecánica.-bostecé.- Y odio tener las manos llenas de grasa de mierda.
-Mira.-Lender no me estaba haciendo ni caso.- Una pelea. Vamos a acercarnos.
Miré donde indicaba. Cerca nuestra, un tío se estaba levantando del suelo mientras dos bichacos de tíos lo miraban amenazadores. Fábrica de matones marca ACME.
Salté detrás de Lender para cotillear. Vimos los siguientes golpes, los oimos hablar y nos miramos.Conocía al que estaba recibiendo. Oh, si lo conocía.
-Vamos a hacer ejercicio.-sonrió con toda su mala leche mi colega.
-Vamos.
Salimos de entre las cajas con nuestras botellas en ristre y como sincronizados se las rompimos en la cabeza a los grandotes.
-Para que luego digan que beber alcohol es malo.-murmuré tirando los restos de mi litrona. Acto seguido le metí otra leche a Elf sin dejarle acabar la frase. Se la merecía.
-¡Me debes pasta, comemierda!-le grité, descargando algo del mal humor de todo el dia.
Con sus excusas vi que no sacaría mucho en metálico, pero aprovechando lo que habíamos oido, quizás aún sacabamos algo de nuestro super rescate...
Elfangor #2
¡PUM!
La nave se fue hacía atrás y chocó con otra nave.
- Aivá- dije.
- ¿Aivá?- preguntó Mei, mirándome con cara rara- ¿Qué significa? ¿Qué quieres decir?
- No no no, tranquila, es que he cogido las indicaciones al revés.
- ¿Indic...?- entonces se fijó en lo que llevaba en la falda. Un libro de instrucciones de vuelvo- ¡Dijiste que sabías pilotar!
- Exageré- Moví el volante hacia el lado correcto, y la nave se elevó. Pero algo hice mal, porque lo hizo MUY rápido. Lástima que Mei no se hubiera atado el cinturón.
- Hijo de putaaaaaa- gritaba, mientras rodaba por el suelo.
Conseguí estabilizar la nave aún no sé como, y empezó a ir a una velocidad adecuada. Y recta, sin dar bandazos, que ya es algo. Mei se levantó y vino hacía mi hecha un basilisco.
- Te vas a enterar...
- Es mi venganza por robarme la tarjeta- dije, girándome hacia ella y sonriendo maliciosamente. Ella se paró en seco. Primero creí porque mi argumento la habría convencido. Hasta que gritó.
- ¡Cuidado!
Me giré, justo a tiempo para ver que nos dirigiamos derechos a una montaña. Elevé la nave, lo suficiente para no estrellarnos, pero la base de la nave rozó la cima de la montaña. Cuando Mei consiguió levantarse de nuevo, me cogió del cuello y empezó a sacudirme.
- ¿Qué le estás haciendo a mi naveeeeeee?- gritaba.
- N-n-no d-d-dist-t-traiga al c-c-conduc-c-ctor- balbuceaba yo. Moví la nave hacia un lado para evitar otro montículo, y Mei volvió a estamparse contra la pared.
- ¡En cuanto aterricemos te mato!- vociferaba.
- ¡Eso si aterrizamos!- respondí yo, para nada seguro que fueramos a salir enteros de ese viaje.
Por suerte, una vez pillado un poco el tranquillo del control, y con el libro de instrucciones detallando como descender, pude aterrizar sin muchos problemas. Excepto al final, que apagué los motores demasiado pronto y la nave cayó en picado cinco metros. No le pasó nada a la nave, pero fue suficiente para hacer caer a Mei de nuevo, momento que aproveché para salir por patas de la cabina de control, antes de que pudiera levantarse y cumplir su amenaza.
Salté desde la pasarela a la bodega de carga, rodando sobre mi mismo para amortiguar la caída, aunque aún así las piernas se me resintieron. Fui tambaleándome hasta el control de la puerta, y le di un golpe al botón para que se abriera. En ese momento llegó Mei a la pasarela.
- ¡Yo iré a buscar tripulación!- le grité, sonriendo de nuevo- ¡Tú compra combustible y comida, que eres la que tiene el dinero! ¡Nos vemos lue...!- mi frase fue interrumpida por una daga que se clavó en una caja a mi lado. Salí corriendo de nuevo, rezando porque se tranquilizara con un poco de tiempo.
Ya lejos de la nave, y después de asegurarme que la psicótica no me hubiera seguido, me tranquilicé. A ver donde podía yo encontrar a...
Un puñetazo salido de la nada me derribó. Levanté la vista. Oh oh. Dos de los matones del tipo al que había pedido el prestamo.
- ¿Qué coño os pasa? Aún tengo una semana para devolver el préstamo.
- ¿Acaso crees que el señor Kakuzu es estúpido? Ya sabemos que te has enrolado en una nave. ¿Pensabas escapar sin pagar?
Mierda... no esperaba que Kakuzu fuera tan perspicaz... Extendí la mano hacia ellos para indicarles que esperaran un momento, mientras hacía ver que me costaba ponerme en pie. Antes de que se dieran cuenta, le había dado un rodillazo en el estómago a uno. Por desgracia, el otro era rápido, y me dio otro puñetazo que me lanzó hacia atrás, aunque esta vez no me caí.
El que había recibido el rodillazo ya se estaba levantando, con los ojos inyectados en sangre. Eran bastante más corpulentos que yo. De uno en uno, quizá habría podido con ellos, pero los dos a la vez...
¡Crash! ¡Crash!
Dos botellas de cristal se rompieron simultaneamente en las sendas cabezas de los matones, que se desplomaron cual fardos. Detrás de ellos aparecieron Lender y Tam, a los que conocía de algunos... "trabajitos", que habíamos hecho juntos.
- Jamás pensé que me alegraría tanto de ver...- empecé a decir, cuando Tam se me acercó y me dio un puñetazo(otro) en la nariz. Acabé de nuevo en el suelo, viendo borroso.
- ¡Me debes pasta, comemierda!- me gritó la chica. Menudo día estaba teniendo...
- Vale vale- dije, mientras volvía a levantarme-. Iba a pagarte, en serio. Precisamente le pedí un préstamo a Kakuzu para poder...
- Lo hemos oído todo- dijo Lender, riendo-. Ya sabemos que pensabas huir del planeta.
- Uh...
- Pero podemos arreglarlo- siguió Tam, cogiéndome del cuello de la chaqueta-. Si nos llevas contigo, puede que no te arranque las pelotas.
- Ehm... bueno, por Lender no creo que haya ningún problema. Precisamente mi jefa anda buscando un piloto. Y tú... se te daba bien la mecánica, ¿no? La nave está un poco hecha polvo, e iría bien alguien que hiciera el mantenimiento...
- ¿Jefa?- se volvió a reir Lender- ¿Ahora te da órdenes una mujer?
- ¡Tú a callar!- dijo Tam, y acto seguido, a mí- Y tú, preséntame a esa jefa tuya.
- ¡Yessir!- respondimos Lender y yo al unísono. Madre mía, que mal humor llevaban ese día esas dos chicas.
miércoles, 27 de agosto de 2008
Tam #1
El barman gordo me miró antes de ponerme más del mismo matarratas en el vaso. La poca luz que daba la mugrienta bombilla se le reflejaba en la calva.
Bebí ansiosa como si fuera agua una mañana de resaca, hasta mediar el vaso, pero no me hizo sentir mejor.
-Perra vida-murmuré.
-¿Un mal día, eh?- el gordo se acodó delante de mí secando un vaso con un trapo. Para que lo limpiaria, viendo el trapo y los resultados, vaya usted a saber. Misterios de la vida.
Gruñí y me encogí de hombros. No tenía ganas de hablar. El tío lo pilló, con ese sexto sentido de todos los camareros de bares de mala muerte, siguió con sus cosas detrás de la barra, algo más lejos.
Miré el hielo que se ahogaba en mi vaso hasta que se me desenfocó la vista y vi dos vasos. No estoy lo suficientemente borracha para eso, me dije. Di otro trago. El ruido de la puerta me hizo girarme, y el día se acabó de ir a la mierda.
-Vaaya, Tam, Tam, Tam…-se acercó sonriendo como el cabronazo que era. Lo flanqueaban dos tíos grandes y con cara de malas pulgas, de esos matones que parece que fabrican en serie en algún sitio, que seguramente respondían a nombres como el Caracortada o Rocamassisa. Nada que ver con el cabrito elegante vestido de negro de su jefe, que se sentó en un taburete al lado mía e hizo un gesto al gordo.
-Hola, Ros.- tragué saliva, con los ovarios, a falta de otra cosa, por corbata.
-Me alegro de verte, preciosa.-dio un sorbo a su cerveza recién servida e hizo una mueca.– Meado de caballo.– El gordo se alejó lo más posible sin dejar de poner la oreja.
-Creo que no podré decir lo mismo.-murmuré.
Él chasqueó la lengua y agitó sus perfectos rizos rubio oscuro al menear la cabeza. Se rumoreaba que mas de uno la había palmado por chotearse de su pelo; se lo cuidaba como un chapero.
-Dicen por ahí que no te ha ido bien tu último negocio.-comentó, como hablando con un colega del tiempo, sin dejar de sonreir.
-Tuve un par de… problemillas.-mascullé, evitando sus ojos verdes.- Mira, Ros, se que te dije que lo tendría todo, pero…
-No me cuentes tu vida, preciosa.-odiaba que me llamara así. Sus dos piercings le daban un aire de vampiro, aunque fueran en el labio de abajo.–Quiero mi dinero.- Un chupa sangres si que era, maldita fuera su suerte.
-Da… dame unos dias. Ya casi lo tengo.– tartamudeé. Ja, si, y una mierda. No se la iba a dar con queso, pero quizás ganaba algo de tiempo antes de que me rompieran las piernas. O algo peor. Me miró fijamente.
-Debería hacer que mis amigos te dieran una paliza.-me tensé.- Pero no me gustaría estropearte esa carita.
Se levantó y tiró un par de monedas despectivamente encima de la barra. Una rodó y se cayó. El gordo maldijo, pero nadie le hizo caso.
-Dos días, preciosa. Dos días, o no seré tan amable.-me cogió de la barbilla y se acercó bruscamente. El jodido olía bien incluso allí, pero eso no quitó que tuviera que contenerme para no soltarle una buena. - Y puedo encontrar muchas maneras de ser desagradable.
El trío se largó.
-Ahora si que estoy jodida.-me dije. Y apuré mi vaso para quitarme el mal sabor de boca.
***
Alguien llamó a mi puerta. Metí un bote del susto y estaba a medio desenfundar cuando oí un familiar “hooola Alorciiita" Suspiré aliviada y fui a abrir.
-¿Qué haces tan encerrada? ¿tienes una visita? Seria toda una novedad ultimamente, ¿noo?-lo oi hablar a través de la puerta mientras quitaba cerrojos y pestillos.
-Lender, capullo. ¿Qué ta…-abrí la puerta.- Wow. ¿quién ha jugado al futbol con tus piños?
-Jaja, Tam. Y ja. ¿Y qué ha pasado aquí? ¿Un huracán? Es incluso peor de lo normal en ti.
Cierto, mi habitación parecía una pocilga. En la cama deshecha se amontonaba ropa en dos o tres montones. Los armarios y cajones estaban abiertos y toda la mierda que guardaba normalmente tapizaba el suelo.
-Tengo que abrirme, tío, y rápido.-Metí un poco de ropa en mi bolsa.- Tengo detrás a Ros.-pateé un monton de CDs y papeles que molestaban.
- ¿El rubiales te va detrás? ¿Y vas a, ya sabes?-el tío hizo un gesto guarro.
-¡Lender! – le tiré un peluche de Chopper.-¡Hablo en serio!
-Vale, vale. ¿Cuánto tiempo?
-Dos días. Y demasiada pasta. ¿Tú qué?
-Me han pillado el truquito. Me he escapado de milagro.
-Así que fuera del planeta.
-Por lo menos.
Me colgué la bolsa del hombro y eché un vistazo a lo que dejaba. Basura. La vieja se iba a quedar sin el alquiler de ese último mes que ya le debia hacía un tiempo.
-Me gusta. ¿Te hace una vuelta por los muelles?
-Pensé que nunca me lo pedirías.-bromeó Lender.