viernes, 29 de agosto de 2008

Drakar #1

-¡La vida pirata es la vida mejor! ¡Rooooon! ¡La botella de roooon!
Ahí estaba yo, cantando con voz de borracho enfundado en una túnica raida sentado sobre la caja donde se escondía la funda de mi guitarra y mi rifle de francotirador -que evidentemente en la situación en la que me encontraba no me sería muy util.
Más util me sería mi vieja Remington, si no fuera porque la última bala la gasté siendo niño y no espero encontrar más si no es en un museo. Así que permanecía guardada, en un rincón de la funda de guitarra, junto a la única bala que tenía pero que no me atrevía a utilizar por haber sido de mi creación a partir de una bala de mayor calibre resultando una chapuza que podía salir por la culata más facilmente que por el cañón.
Los guardias pasaban y yo cantaba. Y ellos no me prestaban atención, por suerte.
Me estaban buscando por mi último trabajo. Jeje, había sido espectacular...
-Sí, le han matado -los guardias pasaban a mi lado sin percatarse de mi presencia-. Alguien ha disparado al canario de Lord Welling.
Bueno... quizás no había sido un trabajo muy espectacular, pero algo hay que comer y cuando no hay otros trabajos disponibles se hace lo que se puede. Aunque el disparo... eso sí había sido magnifico. No es tan facil acertar a un canario del tamaño de una pelota de pinpon.
-Lo han destrozado, no hay más que plumas -comentaban los guardias, que evidentemente me daban ya por huido-. Ha tenido que ser un bestia. Es una animalada, hasta ha destrozado la jaula.
Vale, puede que hubiera usado demasiado calibre, pero para matar aquella insignificancia sin destrozarla habría tenido que usar un tirachinas.

-Buenas tardes -dije cuando entré en la posada.
-Nos debes... -no le dejé terminar. Puse sobre la mesa una bolsa con dinero y subí las escaleras hacia mi habitación.
El pago por el "trabajito" no había sido mas que una minucia -casi era más cara la bala que había tenido que gastar-, pero por lo menos me mantenía en el ajo. Ganaba más dinero tocando por la calle o cargando cajas, pero yo seguía al acecho de un trabajo bien pagado. Casi no recordaba el último que había hecho.
Me tumbé en la cama con una cerveza en la mano y mi Remington en la otra. Jugaba con ella habitualmente. De hecho, era lo único que hacía con ella, pero me distraía, me relajaba y me ayudaba a pensar.
Tenía que salir del planeta. Si conseguía ahorrar algo de dinero saldría del planeta. Llevaba mucho tiempo pensandolo pero nunca podía ahorrar suficiente para un pasaje.
-Bueno, Drakar -me dije levantandome-. Si quieres salir de aquí tendrás que ganar algo de dinero y aún no te pagan por estar sentado.
Así que me dirigí hacia los muelles, a ver si encontraba a alguien a quien le saliera dinero por las orejas.

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