jueves, 28 de agosto de 2008

Elfangor #2

Después de investigar un poco por la nave, decidimos que había llegado el momento de ir a los muelles, a ver si encontrábamos algo de tripulación. Me senté en el asiento del piloto, apreté algunos botones, y la nave se puso en marcha. Moví un poco el volante y...

¡PUM!

La nave se fue hacía atrás y chocó con otra nave.

- Aivá- dije.
- ¿Aivá?- preguntó Mei, mirándome con cara rara- ¿Qué significa? ¿Qué quieres decir?
- No no no, tranquila, es que he cogido las indicaciones al revés.
- ¿Indic...?- entonces se fijó en lo que llevaba en la falda. Un libro de instrucciones de vuelvo- ¡Dijiste que sabías pilotar!
- Exageré- Moví el volante hacia el lado correcto, y la nave se elevó. Pero algo hice mal, porque lo hizo MUY rápido. Lástima que Mei no se hubiera atado el cinturón.
- Hijo de putaaaaaa- gritaba, mientras rodaba por el suelo.

Conseguí estabilizar la nave aún no sé como, y empezó a ir a una velocidad adecuada. Y recta, sin dar bandazos, que ya es algo. Mei se levantó y vino hacía mi hecha un basilisco.

- Te vas a enterar...
- Es mi venganza por robarme la tarjeta- dije, girándome hacia ella y sonriendo maliciosamente. Ella se paró en seco. Primero creí porque mi argumento la habría convencido. Hasta que gritó.
- ¡Cuidado!

Me giré, justo a tiempo para ver que nos dirigiamos derechos a una montaña. Elevé la nave, lo suficiente para no estrellarnos, pero la base de la nave rozó la cima de la montaña. Cuando Mei consiguió levantarse de nuevo, me cogió del cuello y empezó a sacudirme.

- ¿Qué le estás haciendo a mi naveeeeeee?- gritaba.
- N-n-no d-d-dist-t-traiga al c-c-conduc-c-ctor- balbuceaba yo. Moví la nave hacia un lado para evitar otro montículo, y Mei volvió a estamparse contra la pared.
- ¡En cuanto aterricemos te mato!- vociferaba.
- ¡Eso si aterrizamos!- respondí yo, para nada seguro que fueramos a salir enteros de ese viaje.

Por suerte, una vez pillado un poco el tranquillo del control, y con el libro de instrucciones detallando como descender, pude aterrizar sin muchos problemas. Excepto al final, que apagué los motores demasiado pronto y la nave cayó en picado cinco metros. No le pasó nada a la nave, pero fue suficiente para hacer caer a Mei de nuevo, momento que aproveché para salir por patas de la cabina de control, antes de que pudiera levantarse y cumplir su amenaza.

Salté desde la pasarela a la bodega de carga, rodando sobre mi mismo para amortiguar la caída, aunque aún así las piernas se me resintieron. Fui tambaleándome hasta el control de la puerta, y le di un golpe al botón para que se abriera. En ese momento llegó Mei a la pasarela.

- ¡Yo iré a buscar tripulación!- le grité, sonriendo de nuevo- ¡Tú compra combustible y comida, que eres la que tiene el dinero! ¡Nos vemos lue...!- mi frase fue interrumpida por una daga que se clavó en una caja a mi lado. Salí corriendo de nuevo, rezando porque se tranquilizara con un poco de tiempo.

Ya lejos de la nave, y después de asegurarme que la psicótica no me hubiera seguido, me tranquilicé. A ver donde podía yo encontrar a...

Un puñetazo salido de la nada me derribó. Levanté la vista. Oh oh. Dos de los matones del tipo al que había pedido el prestamo.

- ¿Qué coño os pasa? Aún tengo una semana para devolver el préstamo.
- ¿Acaso crees que el señor Kakuzu es estúpido? Ya sabemos que te has enrolado en una nave. ¿Pensabas escapar sin pagar?

Mierda... no esperaba que Kakuzu fuera tan perspicaz... Extendí la mano hacia ellos para indicarles que esperaran un momento, mientras hacía ver que me costaba ponerme en pie. Antes de que se dieran cuenta, le había dado un rodillazo en el estómago a uno. Por desgracia, el otro era rápido, y me dio otro puñetazo que me lanzó hacia atrás, aunque esta vez no me caí.

El que había recibido el rodillazo ya se estaba levantando, con los ojos inyectados en sangre. Eran bastante más corpulentos que yo. De uno en uno, quizá habría podido con ellos, pero los dos a la vez...

¡Crash! ¡Crash!

Dos botellas de cristal se rompieron simultaneamente en las sendas cabezas de los matones, que se desplomaron cual fardos. Detrás de ellos aparecieron Lender y Tam, a los que conocía de algunos... "trabajitos", que habíamos hecho juntos.

- Jamás pensé que me alegraría tanto de ver...- empecé a decir, cuando Tam se me acercó y me dio un puñetazo(otro) en la nariz. Acabé de nuevo en el suelo, viendo borroso.
- ¡Me debes pasta, comemierda!- me gritó la chica. Menudo día estaba teniendo...
- Vale vale- dije, mientras volvía a levantarme-. Iba a pagarte, en serio. Precisamente le pedí un préstamo a Kakuzu para poder...
- Lo hemos oído todo- dijo Lender, riendo-. Ya sabemos que pensabas huir del planeta.
- Uh...
- Pero podemos arreglarlo- siguió Tam, cogiéndome del cuello de la chaqueta-. Si nos llevas contigo, puede que no te arranque las pelotas.
- Ehm... bueno, por Lender no creo que haya ningún problema. Precisamente mi jefa anda buscando un piloto. Y tú... se te daba bien la mecánica, ¿no? La nave está un poco hecha polvo, e iría bien alguien que hiciera el mantenimiento...
- ¿Jefa?- se volvió a reir Lender- ¿Ahora te da órdenes una mujer?
- ¡Tú a callar!- dijo Tam, y acto seguido, a mí- Y tú, preséntame a esa jefa tuya.
- ¡Yessir!- respondimos Lender y yo al unísono. Madre mía, que mal humor llevaban ese día esas dos chicas.