martes, 14 de diciembre de 2010

Kikyo #3

Realmente iba contra todos mis impulsos lo que estaba por hacer, ni siquiera era que lo necesitase… pero supongo que eso me haría respetar más allí dentro, al menos frente a la capitana que sabia como negociar. Fue por eso que en ese momento me encontraba frente a la puerta de la habitación de Mei, a punto de pedirle el dinero de la apuesta. Sin embargo parece que el destino no quería que eso se lleve a cabo.

El grito de Lender de que La Alianza nos había encontrado, junto a la alarma, me hizo olvidar de toda apuesta, por lo que fui corriendo hacia donde se encontraba este y ver que estaba pasando con mis propios ojos.

La alianza, en todo su esplendor represor se encontraba allí, nos habían descubierto. Justo lo que faltaba para terminar un día con suficientes explosiones.

-¿Que crees que hará tu capitana en una situación así?- Pregunte a Lender, el la conocía mas que yo y posiblemente supiese como reaccionaria

-Puede reaccionar de tres maneras, bastante simples. Una seria intentar atacarles embistiéndolos, otra que escapemos… y la ultima y menos probable que nos dejemos atrapar y revisar… cosa que no creo que quiera por el paquete que fueron buscar.

Tenía lógica… yo no sabia que haría la capitana, y al parecer Lender tampoco. Solo dijo soluciones obvias y una de ellas fue bastante estupida como para tomarle el apunte.

La alianza… yo no tenía ningún problema con ellos, no al menos ninguno que ellos supiesen, para ellos seguía siendo una acompañante más. Sin embargo lo que pude ver fue bastante perturbador, una nave gigante de la alianza, rodeada de varias otras de menor tamaño, pero seguro bastante rápidas.

Fue entonces cuando los pasos bastante sonoros de la capitana se hicieron presentes, viendo aquellas naves con una mirada que haría sentir a un asesino serial tanto miedo que correría en la dirección opuesta.

-Nos entregaremos- Dijo Mei con voz seria, y fría. Notándose un poco de resignación en ella.

-Pero capitana… el cargamento…- Lender comenzó a titubear algo, siendo interrumpido por Mei

-El único cargamento importante que tenemos acabo de esconderlo, esta nave afortunadamente tiene varios escondites que esos idiotas de la alianza jamás podrían detectar.

Esto pareció calmar al piloto, que aun así parecía seguir con dudas. Sin embargo no se atrevía a cuestionar a una mujer como Mei.

-Por cierto…- Carraspee un poco antes de dirigirme a la capitana, casi en un susurro –Creo que tenemos una apuesta pendiente-

Mei #8

La culpable llegó, en moto y con sonrisa socarrona como si todo no fuese con ella.
Traía las piezas y lo encargado, que ya era pedir mucho dada las circunstancias y todo lo que había armado. Bajo los escalones despacio.

La nave despega alejándose de ese planeta al que tendríamos que evitar una temporada hasta que se olvidaran de nuestras caras y formas de la nave. Genial.

Elf ayuda a aparcar la moto en un rincón de la bodega de carga para que no estorbe mucho y no nos mate a alguno si sale volando por algún choque accidental. La puñetera sigue sonriendo, como si nada, admirando la moto que ha conseguido.

Saco la pistola del cinto y solo se percata Elf, que se aparta velozmente. Disparo, Barbie baila.

-¡Eh! ¡Cuidado donde apuntas!-otro disparo, más cerca, otro salto.
-Te aseguro que no estoy fallando.-palidece.-es la última vez que pones en peligro una misión. ¿Entendido?-farfulla algo, vuelvo a disparar-y no admito replicas. Encárgate del motor, y que no estallemos si no quieres salir por el compartimento de la basura.

Se aleja a toda prisa. Kikyo refunfuña algo entre dientes y se sujeta el pecho con una mano intentando que no le de un infarto por todo el susto.

-¿Hola? ¿Ha pasado algo?-la voz de Lender se escucha por el intercomunicador.
-Sigue pilotando-le contesto.- Y vosotros, haced algo provechoso.

Me alejo de allí y me encierro en mi camarote. La caja descansa sobre la cama y da escalofríos solo verla allí. Como si lo que tuviese en el interior no fuese espeluznante. La guardo en un baúl. Entre la ropa para que amortigüe, o algo así. Si hay una misión suicida en el mundo, esta se lleva la palma.

El morsa nos dijo que sería demasiado pedir que transportásemos la caja sin saber que había dentro… Ahora me arrepentía mil veces de haberla abierto.

Teníamos un mes para dejar la caja en su destino. Ni más, ni menos. El camino no iba a ser fácil y la cuenta atrás había comenzado.

-A ver como les cuento a estos que llevamos un veneno con cronómetro.-me derrumbé en la cama con un largo suspiro de cansancio. No me dio tiempo a cerrar los ojos cuando la alarma saltó por todos lados.

-¡¡Capitana!! ¡La Alianza!